Antonio Palomino i la pietat valenciana del segle XVII

Los extensos y complicados «programas» pintados por Antonio Palomino en Valencia se revelan como una ilustración ejemplar del pensamiento teológico, pero también de la piedad popular que caracteriza la España del siglo XVII.

Como es sabido, en aquellos años la pintura no era un mero ejercicio estético, las artes en general tenían un compromiso ideológico que cumplir, como expresión de un complejo panorama espiritual en el que a menudo están presentes problemas de ortodoxia religiosa.

Una lectura directa e individualizada de los «programas» es ya por ella misma de un interés extraordinario en el ámbito de la iconografía. Pero ha sido un estudio de conjunto el que ha desvelado una interpretación que ofrecía posibilidades de mayor trascendencia, diferentes niveles de comprensión.

El estudio iconográfico, pues, ha sido el primer paso para conocer un mensaje lleno de contenidos, inmerso en un contexto social y religioso muy concreto, y en el que se justifica, en sintonía con las imágenes representadas, el pensamiento estético de su autor.