Stendhal

Estaba seguro, se lo había prometido, que se le reconocería, y sería conocido hacia 1880. Stendhal había previsto bien: a finales del siglo pasado fue su gran momento. Su obra íntima, diario, marginales, memorias, cartas, notas de la lavandera, cuentas de boticario, garabatos para uso interno, todo estaba disponible y publicado. Por fin se le reconoció como él quería: íntegramente, máscara y rostro, obras y manías y chifladuras, novelas, estética y secretillos. Entonces entró en la gloria: equipos enteros se ocupaban en disminuir las zonas de sombra que él había establecido sobre sí mismo y en ensanchar las manchas de luz que también había preparado debidamente.

Pero en 1980, y peor aún en 1990, se convirtió en un desconocido, en un semiolvidado. ¿Continúa Stendhal sin una cierta familiaridad con Henri Beyle? Su nombre está por todas partes; su obra, reducida por el consenso a una novela rápidamente desperdiciada y banalizada en los estudios escolares, es terriblemente empobrecida, y su vida, sin duda la primera entre sus obras, es olvidada.

El presente libro, que reanuda y actualiza el inmenso saber sobre Stendhal, o sobre el hombre Único, que hizo de la empresa de ser  él un heroísmo, un método y una inspiración, lo sigue en su vida de cada día, sus amores, sus oficios, sus heridas de dinero y de vanidad, sus crisis, sus odios, sus alegrías, y sobre todo sus papeles, pues, ya legendario en vida, y para él mismo, era tan múltiple, tan único, tan público que pasó al estado de enigma.