Llorente i Blasco Ibáñez, un libro memorable de Antoni Ferrando

    Llorente i Blasco Ibáñez, un libro memorable de Antoni Ferrando

    Historiar no es el mismo que “historizar”. La primera operación consiste en narrar los hechos, exponer aquello que se sabe que pasó, a establecer una crónica más o menos minuciosa o exacta de los hechos o acontecimientos del pasado a partir de las fuentes disponibles, que pueden ser muy ricas o fragmentarias y escasas. Historizar, en cambio, es situar hechos o acontecimientos, procesos históricos, en su tiempo, explicarlos, entender las claves, ponderar causas y efectos. Y esto exige un distanciamiento, la capacidad de separarlos de las urgencias del presente. Historizar es aplicar el método històrico-crítico, hacer comparaciones, establecer paralelismos que ayudan a la comprensión, y analizar el impacto de los hechos o los acontecimientos en los coetáneos y los protagonistas posteriores. Considerar también las interpretaciones posteriores. Quizás haciendo historia -historiando- se descubren nuevos matices, hechos inadvertidos o contextos más amplios, pero la manera como los coetáneos y los que vinieron después leyeron, entender o interpretar, aquellos hechos o acontecimientos es fundamental, decisiva.

    Antoni Ferrando (en Llorente y Blasco Ibáñez. Entre la política y la literatura, Institució Alfons el Magnànim, 2021) ha hecho un ejercicio ejemplar de historización a propósito de los dos grandes tótems de València, de finales del siglo XIX y comienzo del XX, que ocuparon el imaginario colectivo a lo largo de décadas, hasta los años sesenta y setenta del siglo pasado, como mínimo. Y que todavía solicitan nuestra atención, si bien no con la pasión que despertaban todavía no hace tantas décadas.

    Las contradicciones de Teodor Llorente y de Vicent Blasco Ibáñez, sus propias contradicciones, y la gran contradicción que los oponía a ambos -uno, representando del statu quo imposible de una Restauración oligárquica, el otro demócrata republicano admirador de la Revolución francesa; uno, poeta lemosín pretendidamente arcaizante, el otro novelista moderno en castellano- han sido las contradicciones que han marcado la vida valenciana entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. También sus coincidencias, que el libro de Antoni Ferrando tiene el gran acierto de remarcar a partir de la polémica sobre la guerra de Cuba, favorables los dos a la opción militar contra los independentistas cubanos, pero con diferencias tácticas y también de fondos, porque a Llorente no le estorbaba la exención de los soldados de cuota (que pagaban -quienes podían- para evadir el servicio de armas) y a Blasco Ibáñez lo sublevaba por su patente injusticia. Llorente defendía el gobierno constituido y la monarquía, Blasco pensaba que una República lo habría hecho mejor. Pero los dos coincidían en la “intangibilidad” de la unidad de la patria, que incluía la isla de Cuba (también Puerto Rico y las Filipinas). Aquello, acabó muy mal como bien sabemos con el “desastre” del 98.