Caciquisme roig

De Lluís Bernat i Ferrer sabemos muy poca cosa. De una nota autobiográfica, deducimos que nació en Valencia —él silencia la fecha—, y «als catorze anys estrení —dice— la primera obreta teatral, en el Teatro de Russafa, titulà Un còmic improvisat». La influencia de Constantí Llombart lo llevó a una relativa «concienciación» lingüística. Pero «una cosa no pogué lograr de mi: fer-me escriure en Lo Rat Penat». Desde el comienzo, pues, se situaba frente al «llemosinisme» arqueológico y más o menos «cultural». Debió ser algo bohemio: vivía o malvivía, de sus escritos. Y, encima, era republicano. Fue «redactor» de varios diarios de Valencia, Barcelona y Madrid. También lo vemos relacionado, como director o como colaborador, con varios periódicos populares de Valencia. La última noticia de él aparece en el diario El Mercantil Valenciano de 19 de septiembre de 1915. Lluís Bernat estaba enfermo y sin recursos. Debió morir poco después, sin duda. Todo ello, da la impresión de una vida librada a la «literatura»: a una literatura sin pretensiones, hay que reconocerlo, y sobre todo, al periodismo, con las consiguientes precariedades económicas que eso suponía en aquellos años. Su fidelidad a la «lengua valenciana» se añade, demostrada con la pasión que aplicó al postular «defensas» y al lanzarse a un tipo de apostolado para iniciar una «prosa» al alcance —en tono y en temas— del público «analfabeto». En 1904 publicó una novela corta —o, si bien se mira «larga», dentro del esquema de unas comparaciones locales—, Caciquisme roig, y eso entonces ya resultaba sorprendente. En 1908 inició la primera colección El Cuento del Dumenche, que llegó a publicar cincuenta y un números.