Crònica. Pere Antoni Beuter

Pere Antoni Beuter nació seguramente en Valencia, entre 1490 y 1495. Beuter se graduó en Teología por la Universidad de Valencia y obtuvo una cátedra de la facultad y otra de lengua hebraica. Se ordenó sacerdote y fue cura del cardenal Erhard de la Marche, arzobispo de Valencia. Por el 1540 se decidió a correr, como tantos otros curas peninsulares, desde la subida al papado de Calixto III, la aventura de Italia, y se fue a Roma con el cardenal Enric de Borja. Beuter consiguió los cargos de protonotario predicador apostólico. En 1550 es reincorporado en la Universidad para impartir Teología, cargo que ocupó hasta el año 1554, en el que murió.
El clima ideológico y cultural de la Valencia en la que Beuter vivió y publicó sus libros no fue una balsa de aceite precisamente. Existía la disputa —que pronto se convirtió en un enfrentamiento puro— entre erasmistas y antierasmistes. La polémica se hacía cada vez más frenética en las aulas del Estudi General y pronto llegó a los púlpitos de las iglesias. Beuter, poco o mucho, se ponía en fila del lado erasmista. En 1547 publicó las Annotationes decem ad Sacram Scripturam, que reflejan influencias de Erasmo; entre ellas cita su nombre —«non satis laudatur vir»— junto a los de Pico della Mirandola, Sanctis Pagnino y el cardenal Cisneros. En la Història de València también lo cita expresamente.
La Història de Beuter queda muy lejos de ser un modelo de rigor historiográfico, aunque el capítulo de intenciones que nos muestra a lo largo del prólogo nos podía hacer creer de entrada todo lo contrario. En realidad, todo su énfasis se dedicaría mucho más a fabricar unos orígenes míticos que recalcasen «la generosa noblea de tan antiga població i lo agre de tan il·lustre terra» —como dice en la epístola introductoria— que no a marcar el acento sobre un mínimo de rigor en la elaboración de la historia. La Història de Beuter se encuentra, pues, lejos del verdadero renacimiento historiográfico; se insertaba en el humanismo, pero no acababa de liberarse de una perspectiva provinciana y cándida a la hora de encararse con las fuentes de los autores antiguos. Pero si su Història difícilmente nos puede atraer por su valor como documento historiográfico, la lengua y el estilo de Beuter, por el contrario, llegan a dar una cierta gracia a su lectura. Redactada de una manera ágil y clara, el catalán de la Història ya no tiene nada que ver con el estilo recargado y empalagoso, calcado sobre el hipérbaton latino e hinchado de latinismos, de la «valenciana prosa».