Cuatro gatos

El 1 de abril de 1942, tres años después de la entrada de los nacionales en Valencia, daba Vicente Marco Miranda por terminado en su escondite de Borriana Cuatro gatos, un libro que nació con el propósito de describir los avatares de la compañía de otros tantos gatos en los diferentes escondites a los que tuvo que recurrir para eludir caer en manos de los vencedores, pero que inevitablemente derivó en alegato lúcido contra los nuevos vientos políticos que corrían por España, pero también en una crítica irónica, amarga y meditada, de algunas de las causas que trajeron la ruina a la Segunda República Española, y como testimonio de la represión sistemática que el franquismo desató en la posguerra. Cuatro gatos es, a la vez, una ventana abierta para quienes no quieren, no queremos, volver sobre el pasado con ansias de revancha, y un testamento de aquellas generaciones de republicanos demócratas que creyeron en el progreso, en la democracia como forma innegociable de gobierno, en la igualdad, en la libertad para los que la quieren, y en la fraternidad como horizonte ciudadano y que, como en tantos otros países europeos de la época, sucumbieron a manos de nazis, fascistas, comunistas u otros movimientos, a derecha o izquierda, imbuidos de la nueva fe totalitaria que condujo a la Segunda Guerra Mundial.