Cinco anécdotas de las mujeres pioneras de la exploración espacial

    • Fecha:15-07-2022
    Cinco anécdotas de las mujeres pioneras de la exploración espacial

    La historia de las primeras mujeres que lucharon para ser cosmonautas fue difícil por las trabas que se encontraron y que hicieron necesario que cambiasen todo el orden establecido. También dejó muchas anécdotas, de las cuales hemos seleccionado cinco de entre las más curiosas. En el libro AstronautA. Pioneras de la exploración espacial, Amelia Ortiz Gil nos explica la historia de las mujeres que se abrieron camino al espacio. Un libro para hacer memoria recordando que, a pesar de los avances, todavía queda mucho de trabajo para llegar a la igualdad, ya que solo un 13% de las personas que han viajado al espacio son mujeres.

    100 tampones para una semana

    Quizás es una de las anécdotas más repetidas sobre Sally Ride, la primera mujer astronauta americana. Cuando sus compañeros le entregaron su kit de aseo para la misión se encontró con un plástico de metros de longitud con una ristra de cerca de cien tampones. Ninguno de sus compañeros le había preguntado directamente qué necesitaba hasta que ella lo advirtió.

    La carrera de Ride no estuvo exenta de situaciones incómodas y machistas, como la manera en que le trataron algunos periodistas. «¿Lloras cuando las cosas van mal?» o «¿Querrás ser madre?» son algunas de las preguntas que ella se negó a responder señalando que no se las hacían a sus compañeros masculinos.

    Tereshkova «hace que los hombres norteamericanos parezcan estúpidos»

    La primera mujer cosmonauta en llegar el espacio fue la rusa Valentina Tereshkova, en 1963. Tereshkova era una experimentada paracaidista que completó su preparación con formación astronáutica, con otras compañeras seleccionadas que no llegaron a volar. Aun así, en los Estados Unidos, 13 mujeres con experiencia en aviación habían estado preparándose con unas pruebas muy exigentes. De hecho, fue a raíz del conocimiento de la creación de este grupo americano que el responsable del programa espacial soviético decidió crear uno a imitación, pensando que sería inaceptable para las mujeres rusas que las americanas pudieran llegar al espacio y ellas no. Lo que nadie sospechaba en ese momento es que, finalmente, la NASA no aceptaría el programa de las Mercury 13.

    Cuando Tereshkova orbitó la Tierra a bordo de la cápsula Vostok, una periodista de la revista Life denunció la existencia de estas 13 mujeres que, a pesar de su formación, fueron rechazadas por la agencia espacial norteamericana. El titular de la portada recitaba: «Chica espacial soviética hace que los hombres estadounidenses parezcan estúpidos».

    A pesar de que contaba con menos experiencia inicial que alguna de sus homólogas americanas, el vuelo de Tereshkova fue heroico. A lo largo del viaje advirtió una desviación de 90 grados en la dirección de la cápsula que tuvo que señalar al control de Tierra, el cual no le creía en un principio, e implementar un protocolo para corregirla y no quedar atrapada en el espacio.

    Conciliación familiar espacial

    Yelena Kondakova pasó a la historia por varios motivos. En 1994 fue la primera mujer en hacer un viaje espacial de larga duración, después de pasar ciento sesenta y nueve días a la estación Mir. Tres años después, sería la primera cosmonauta rusa en la tripulación de una nave americana: todo un símbolo de los tiempos de colaboración entre las agencias americana y rusa después de la caída del muro.

    El hombre de Kondakova también trabajaba en una empresa dedicada a la fabricación de componentes para la agencia espacial rusa. En el libro, Amelia Ortiz explica que, celoso del éxito de su mujer, manifestó en varias ocasiones que hubiera preferido casarse con una mujer más tradicional que cuidara de su casa y familia. Mientras Kondakova estaba en el espacio, su empresa lo invitó a trabajar desde casa para poder cuidar de su hija.

    La teniente Uhura de Star Trek, reclutadora de la NASA

    Después de siete convocatorias para formar reclutas sin aceptar a mujeres en su programa, en 1976 la NASA anunció “un programa de acción afirmativa con el objetivo de incluir a personas de minorías y mujeres cualificadas entre los nuevos candidatos a astronauta”. Pero, después de una década dando la espalda a mujeres y minorías, se encontraron con la dificultad de llegar a las personas interesadas.

    En paralelo, apareció una figura mediática que inspiraba los anhelos de cambio. La actriz Nichelle Nichols representaba a la teniente Uhura en la serie Star Trek, una inteligente y preparada comandante de comunicaciones y uno de los primeros papeles protagonistas para una mujer negra en un programa de televisión. Nichols se mostró abiertamente crítica con la NASA por su discriminación hacia mujeres y minorías en una conferencia y, por el efecto que provocó, la misma agencia espacial decidió contratarla para colaborar en la campaña de reclutamiento de nuevas astronautas. Antes hizo una contundente advertencia: «Si no elegís a una persona de color, si no es una mujer, y si es el mismo, el mismo cuerpo viejo de astronautas de hombres blancos, como lo habéis hecho en los últimos cinco años […] seré vuestra peor pesadilla». La campaña fue todo un éxito.

    Un sueño hecho realidad a los 82 años

    Después de que la NASA rechazara el programa de las Mercury 13, una de las mujeres, Wally Funk, continuó entrenando. Pagó por uno de los primeros billetes de Virgin Galactic, pero otra empresa se adelantó en la carrera de la exploración espacial privada. Jeff Bezos la invitó a participar en el primer viaje de Blue Origin, la compañía aeroespacial del fundador de Amazon, que levantó el vuelo en 2021. Con 82 años, Funk llegó al espacio.

    Antes, en 1995, Eileen Marie Collins, la primera mujer piloto de una nave espacial, invitó a las integrantes del Mercury 13 a presenciar el despegue de su nave. Sarah Gorelick Ratley, una de las integrantes de este grupo de pioneras, explicó que Collins les expresó su agradecimiento y que sintió como su trabajo no había sido en balde: «Alguna persona tiene que liderar siempre el camino en cualquier campo, intentarlo y romper el techo de cristal, y nosotros sentimos que habíamos contribuido a conseguirlo».

    Estas y muchas más anécdotas, así como la historia completa de sus protagonistas y la otros mujeres cosmonautas, pueden encontrarse en el libro AstronautA. Pioneras de la exploración espacial de Amelia Ortiz Gil, editado por la Institució Alfons el Magnànimo. Una lectura amena, didáctica e inspiradora que no os dejará indiferentes. Como siempre, os invitamos pedir nuestros libros en vuestra librería de confianza y proximidad.