Josep Iborra, completo e inèdito

    Josep Iborra, completo e inèdito

    Con Una literatura possible la Institució Alfons el Magnànim comienza la publicación de la Obra Literaria Completade Josep Iborra. Se trata de un proyecto editorial ambicioso con el que se quiere hacer accesible al público de hoy la extensa actividad intelectual del escritor de Benissa en el campo del ensayo literario, desconocida para muchos lectores y, como ya suele pasar, prácticamente descatalogada. Desde la primera reseña a Claustro del poemario «Ales o mans» de Fuster, en 1949, hasta la intensa actividad de los ochenta, noventa y la primera década de los dos mil (a Saó, El Temps, Caràcters...), esta edición es la oportunidad para repasar cerca de sesenta años de dedicación apasionada al oficio de leer y escribir con unos estándares de rigor, amenidad y crítica cada vez más infrecuentes.

    En el primer volumen de esta serie el lector encontrará, pues, una pequeña muestra de la biblioteca de un gran lector, con las anotaciones correspondientes, que eventualmente ofrecen una primera introducción —o bien una visión complementaria— a algún aspecto puntual de la historia de la literatura. Una orientación, en definitiva. La atención al por menor, la sensibilidad moral, junto con una gran capacidad de síntesis, hacen de estas reseñas, como apunta Enric Iborra en la nota preliminar, «un ejemplo de concisión y de penetración a la vez, de una gran densidad».

    El segundo volumen reúne artículos y estudios escritos entre los setenta y ochenta, en general más extensos y acotados, que tratan especialmente temas de historiografía literaria catalana. Encontramos estudios sobre la novela y la poesía de los años setenta, reflexiones sobre la Renaixença, un conjunto monográfico sobre Enric Valor, Carmelina Sánchez-Cutillas, Estellés... y muchos materiales inéditos que dan cuenta de la efervescencia literaria que experimentó entonces la literatura catalana. Muchos de estos textos, de hecho, los escribió al mismo tiempo que aparecían las obras literarias que, como crítico literario, no podía dejar al margen si quería contribuir a la creación de una tradición literaria moderna: «me encontraba implicado y complicado en este proceso», escribe, «quería detectar novedades, identificar características y tendencias, constatar vacíos que se llenaban, o no, “animar”, en la medida de mis fuerzas, aquel movimiento literario que todos queríamos cada vez más poderoso, más sólido, más valioso».