Librerías: un refugio en tiempo de pandemia

    Librerías: un refugio en tiempo de pandemia

    La COVID-19 no acabará con las librerías. De hecho, muchos libreros cruzan los dedos y tocan madera para que no decaiga el viento a favor que parece que sopla para ellos desde que acabó el primer confinamiento. Lo que podía ser una estocada mortal a un sector que siempre esta amenazado —ahora por Amazon; antes por la crisis económica y el libro electrónico— se ha transformado en una reactivación del hábito de lectura y una mayor afluencia a las librerías. Está claro que el 2020 no ha sido un año bueno. Las librerías han tenido que estar cerradas dos meses; los libreros han tenido que hacer equilibrios con los proveedores, ponerse al día en la venta en línea e inventarse nuevas estrategias, pero también han sentido más que nunca la solidaridad de sus clientes, un renovado interés por sus recomendaciones y un buen ritmo de ventas que temían que se bajaría pasado el verano, pero se mantiene. Con una mezcla de alegría contenida y orgullo disimulado, celebran que hayan pasado a ser considerados esenciales y, sobre todo, estimados por sus clientes.

    El hecho es que los libreros constatan unas caídas de facturación alrededor de un veinte por ciento —según el Gremi de Llibreters de Catalunya— y entre un veinte y un treinta por ciento, según el Gremi de Llibreters de Mallorca —lógica por el cierre de meses — , pero también esta reactivación de los lectores y una voluntad de la clientela de más interacción que nunca con el librero.

    Otra prueba que el ambiente es optimista es que no cierran muchas librerías y, por el contrario, abren de nuevas.