Sanchis Sivera, viajero

    Sanchis Sivera, viajero

    Rafael Roca Ricart ha hecho una nueva e interesante aportación al conocimiento sobre la vida cultural y social valenciana de finales del XIX y la primera parte del XX, al recoger y publicar, bajo el título Viatge a Escandinàvia (1911), las crónicas que el historiador Josep Sanchis Sivera (València 1867-1937) dio al diario Las Provincias a raíz de una larga excursión por Dinamarca y Suecia.

    La lectura del libro ofrece una serie de efectos satisfactorios. Desde el inicio, nos encontramos seducidos por una narración amena y ágil, documentada, sutilmente rellenada de información y de opiniones, que constituye ella misma un viaje. El relato estaba olvidado en las páginas de un periódico y ahora, gracias a las investigaciones de Rafael Roca y a una muy solvente traducción del castellano a cargo de Carles Fenollosa, nos lleva por Europa en el tiempo –además de un siglo de distancia–, hacia el norte, atravesando la Francia y la Alemania anteriores a la Gran Guerra de 1914-1918. Es decir, cuando no hacían falta pasaportes, y trenes y barcos eran los grandes medios de transporte para excursionistas como Sanchis Sivera –además de las piernas, que nuestro admirado expedicionario reconocía tener «fuertes e infatigables»–, sedientos de paisajes, costumbres y comidas distintas, temperaturas más benignas y, en muchos casos, ambientes muy diferentes de los que rutinariamente habitaban de manera cotidiana.

    Sanchis Sivera, canónigo de la sede de València desde 1904, erudito acostumbrado a vivir entre papeles polvorientos archivados con más o menos rigor en locales inhóspitos, a cuatro pasos de su casa, miraba de viajar cuando podía. Publicaciones anteriores habían dado cuenta de idas suyas a Francia, Italia, Alemania, Suiza, Gran Bretaña, Holanda o Bélgica. Escandinavia le proporcionó nuevos descubrimientos.

    Repasando páginas y etapas no es difícil ver al autor antes y después de la aventura. En los meses previos, en invierno y la primavera, trazando itinerarios posibles, con mapas y volúmenes de Baedeker encima de la mesa: viajando con la imaginación. En los posteriores, recordando lugares y situaciones, aprovechando notas tomadas sobre la marcha, redactando un resumen atractivo de la experiencia y proyectando viajes futuros. El último importante que debió de hacer fue a Egipto y quedó reflejado en El país de los faraones (1914). El conflicto mundial empezado entonces interrumpió sin duda muchas esperanzas de nuestro excursionista.

    Viaje en Escandinavia (1911) es un nuevo episodio en el trabajo de recuperación literaria que Rafael Roca emprendió hace años, con acierto siempre fácil de reconocer, a partir de sus trabajos sobre Teodor Llorente. De manera más inmediata, retoma el proyecto comenzado por él con la edición de Memorias de un viaje a Italia (2019), de Eduard López-Chavarri, como el volumen que ahora hemos comentado, dentro de la Institució Alfons el Magnànim. Es una propuesta de a la que se tiene que dar el máximo apoyo. Hay muchos textos y muchos autores de nuestro pasado reciente, digamos de antes de 1939, que hay que rescatar del olvido. Con iniciativas como esta.